
Época de campañas y también de promesas, a través de los medios de comunicación durante los próximos meses estaremos escuchando las mismas propuestas de siempre, habrá quien vuelva a creer y quien definitivamente consciente de la historia y cargado de un espíritu crítico decida no hacerles caso y continuar con su vida, en un México que cada día enfrenta mayores problemas y que sigue sin detener el gasto en campañas políticas, el cual es grosero e insultante.
Para apoyar la toma de decisiones y encontrar una forma de solucionar desde nuestro espacio algún problema personal y/o colectivo, decidí reactivar mi blog y presentar cifras contundentes de lo precario que es el empleo en nuestro querido país (en otra oportunidad, como lo he realizado en el pasado, hablaré de otros problemas y también soluciones, porque no basta con criticar).
Resulta que en la más reciente feria del empleo realizada en la Ciudad de México, miles de egresados de las universidades se congregaron para buscar un trabajo, jóvenes con el animo de contribuir al desarrollo de México, pero sobre todo de tener una actividad remunerada que les permita encontrar regocijo por el esfuerzo académico y de entrenamiento de varios años.
De acuerdo con una encuesta realizada por el diario El Financiero los resultados no fueron satisfactorios para los buscadores de empleo, ya que las remuneraciones y las exigencias distaban mucho de lo que tenían pensado. Una empresa como Duracell, ofertaba una plaza para un ingeniero industrial con al menos dos años de experiencia, ofreciendo un salario neto de 5,000 pesos mensuales; mientras que Desego, una empresa dedicada la venta de equipo de laboratorio, solicitaba un egresado de la carrera de administración de empresas con un año de experiencia y amplio dominio del inglés, para lo cual ofrecía un salario de 6,000 pesos mensuales. Por otra parte, la cadena de farmacias similares del "Dr. Simi" ofrecía el puesto de botarga para jóvenes menores a treinta años y cero experiencia, únicamente con la suficiente energía física para bailar por más de cinco horas y cargar un pesado disfraz con un salario de 6,700 pesos mensuales.
Al revisar la página de la Secretaria del Trabajo de México, particularmente el portal www.empleo.gob.mx y buscar por una plaza de economista (búsqueda realizada en función del sesgo profesional de quien escribe), se encontraron 11 vacantes, las cuales ofrecían un salario promedio de 8,000 pesos mensuales. Lo expuesto hasta ahora revela varias cosas, la primera es que los salarios para un profesionista en México son extremadamente reducidos, representan un 25% de lo que recibe un profesionista en los países desarrollados.
Lo anterior significa que para un joven no resulta motivante el desgastarse tanto tiempo e invertir sus pocos recursos en una formación universitaria, lo que es tremendamente perverso, ya que refuerza el círculo de estancamiento en el que nos encontramos. Tenemos necesidad de personas con mayores niveles de calificación, pero con los salarios vigentes no existen incentivos para que más personas decidan continuar con sus estudios universitarios o técnicos.
Además está el problema de encontrar un trabajo cuando se es universitario, dado que la gran mayoría de las empresas no quiere invertir en profesionistas, ya que se sabe exigen una mayor remuneración y sus negocios o bien no cuentan con los ingresos suficientes para darles una compensación adecuada o simplemente no tiene el ánimo de hacerlo, ya que no desean reducir su tasa de rentabilidad esperada al deducir sus costos de operación.
Contrario a lo que piensan y opinan muchos de los funcionarios que tenemos en todos los niveles de gobierno, las cosas en materia laboral siguen sin mejorar. Las personas tienen dificultades para encontrar un trabajo, particularmente las más calificadas y cuando lo encuentran la remuneración y prestaciones no son las esperadas. De aquí que veamos una explosión de actividades informales y un creciente cuestionamiento a la política económica, la cual macroeconómicamente ha logrado la estabilidad pero en lo individual deja mucho que desear al no resolver la precariedad del mercado laboral.
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Anónimo (viernes, 08 mayo 2015 06:56)
En los últimos años he escuchado que la educación es la piedra angular del crecimiento económico y casi todo el mundo lo ha tomado como cierto. México es uno de los países que más invierte en educación de la OCDE, sin embargo, es de los países con menor relación educación-ingreso.
Desde mi punto de vista el empleo precario es consecuencia de una educación barata. Con el objetivo de un país educado, justifican programas educativos, por ejemplo ACREDITA-SEC, ACREDITA-BACH y los establecidos por el INEA en donde los primeros dos son por parte de CENEVAL, que solo ejercen presión sobre los requisitos necesarios para obtener un empleo.
En Ciudad Juárez, por ejemplo, cuando la educación obligatoria era la secundaria en el sector industrial sólo pedían como requisito titulo de secundaria, una vez establecido la preparatoria como educación obligatoria este sector elevó su requisito mínimo de educación a preparatoria, sin embargo, los salarios no sufrieron un aumento proporcional.
Este tipo de políticas de educación obligatoria aunado con programas de alfabetización mal planeados, junto con escuelas de mala calidad han hecho que la educación sea una educación barata y al final no refleja la productividad del individuo.
Quizá antes de querer educar a todo el mundo, deberíamos voltear atrás y ver como está el mercado laboral.
Isaac Tiempo Económico (viernes, 08 mayo 2015 07:16)
Agradezco sus reflexiones, ya que contribuyen a entender como podemos solucionar el problema del empleo precario. Estoy de acuerdo con la mala calidad de nuestro sistema educativo, particularmente en el sistema básico. Por otra parte, el sistema educativo debe responder a las necesidades del mercado laboral, actualmente no lo hace, al menos en el sistema público la meta es masificar, lo que se vuelve particularmente grave en el sistema universitario, ya que los nuevos profesionistas no encuentran cabida en el mercado laboral.
Desde mi visión, la clave consiste en vincular nuestra práctica docente con el mundo del trabajo, tanto en el sector público como en el privado. Fomentar la creación de conocimiento para la mejora del bienestar del individuo.
Mando mis mejores deseos.
Anónimo (viernes, 08 mayo 2015 07:54)
Totalmente de acuerdo con la producción en masa. Tal parece que la producción educativa en masa no solo presenta un problema grave al sistema universitario, si no en todos los sistemas( básico, medio superior y superior). En teoría estamos viviendo un efecto credencialización de la educación.
Creo que la vinculación académico-laboral al igual que usted es fundamental, pero me surge una duda, ¿cómo hacemos para que los egresados de maestría o doctorado por ejemplo, muestren una experiencia laboral, cuando en general no se ha participado en esta área?
De igual manera me pregunto si los egresados de posgrados tienen la experiencia docente para dar clases. Al igual que en un trabajo productivo donde se requiere experiencia, en la docencia debería de tenerse experiencia, pero revisando algunos planes de posgrado a nivel nacional, no hay en muchos casos en los que se les inculque a sus estudiantes a hacer servicio como asistente de profesor, permitiendo adquirir experiencia en docencia.
Micha Leisinger (viernes, 03 febrero 2017 20:23)
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