Elecciones presidenciales 2018 y el futuro de la economía

Escribo esta nota para señalar que en julio del 2018, la elección presidencial la ganará al candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador. Lo anterior ante el desencanto del electorado con el PRI y el PAN, quienes han gobernado durante los últimos dieciocho años. En este momento, personas que antes no apoyaban a López Obrador, manifiestan su respaldo, confiando con ello en un giro de timón. Hoy es parte del discurso popular lo siguiente: "... de todos este es el menos malo". 

En lo económico, de acuerdo con investigaciones que realicé y que próximamente publicaré en el portal, se anticipa una recesión y quizá una crisis de fin de sexenio, lo anterior debido al crecimiento de la deuda pública, la cual es ya de 45% del PIB (aproximadamente), lo que no se ha reflejado en inversión pública (ya que está es de 4% del PIB), por lo que sugiere desviaciones y su uso para mantener la política financiera de acumulación de reservas y esterilización de la entrada de capitales con el objetivo de estabilizar la inflación, cuyos principales beneficiarios son los inversionistas del mundo especulativo. 

Otros factores que pueden desencadenar la recesión son la incertidumbre provocada por las renegociaciones del TLCAN; la historia económica-política que en el caso de gobiernos priistas se caracteriza por crisis al final del sexenio, producto de malos manejos que terminan por descubrirse. Finalmente, la preocupación de las élites respecto a las medidas que aplique el nuevo presidente, el cual en su discurso ha planteado como meta reducir las desigualdades y corregir el rumbo actual de la política económica. 

En la actualidad, las políticas monetaria, fiscal, cambiaria y comercial, responden a un modelo conocido en la literatura especializada como de estancamiento estabilizador, porque sacrifica el crecimiento económico (empleo) para tener una macroeconomía sin presiones en los precios. Aun más, la evidencia apunta a que dicho modelo favorece anclar los salarios de los trabajadores para evitar el desbordamiento del índice general de precios, esto por encima del mecanismo del tipo de cambio y tasa de interés.

Si el hoy candidato y a quien pronosticamos presidente, realmente desea hacer mejor las cosas, tendrá que implementar un modelo que he denominado de desarrollo productivo. Cuyo enfasis es la economía real, este modelo se caracteriza por poner en primer plano el crecimiento económico y la generación de empleo, dejando en segundo término (que no olvidado) la estabilidad de los precios. 

Las personas anunciadas para ser responsables de la parte económica (Carlos Urzua en especial) me hacen creer que esto es posible. Por lo que considero que de ganar López Obrador existen dos escenarios. En el primero, durante el 2018-2019 se encara una recesión y hacen ajustes para superarla, en el periodo 2019-2020 la economía se recupera de forma inercial y a partir del 2021 comienza a ejecutarse el cambio estructural positivo para crecer de forma sostenida y generar empleo de calidad. En el resto del sexenio se sientan las bases de un modelo económico de largo plazo para el desarrollo productivo y la eliminación de los problemas estructurales se vuelve parte de la agenda nacional. 

El segundo escenario apunta a que López Obrador como buen político nos engaña y termina generando desilusión nacional, a la Vicente Fox, con lo que el escape de nuestra trampa de subdesarrollo se cancela y a decir de Paz nos quedamos en nuestro laberinto de la soledad.

Sobra decir que si gana Anaya o Meade las cosas seguirán igual; esto es, las autoridades buscando un comportamiento del índice de precios parecido al de los EUA, con un TLCAN que responde a los intereses norteamericanos y una desigualdad y pobreza severa. De ganar los mismos de siempre, se espera un crecimiento del PIB no mayor al 2% y tasas de generación de empleo formal inferiores a las del ritmo de crecimiento de la población económicamente activa. 

Termino esta nota, deseando que las cosas realmente cambien, para bien de una mayoría, no de una minoría. Con optimismo desbordado, ya que gracias a la ciencia económica sabemos del síndrome del doble electorado (votamos nosotros constitucionalmente, pero también las élites internacionales con intereses en México). Aunado a que puede que gane López Obrador, pero no tenga el soporte del Congreso de la Unión, lo que frenaría muchas de sus propuestas. Ante esto, mi mensaje final, es que vivimos en un país subdesarrollado, donde desarrollarse individualmente no es imposible, es probable si creamos nuestras oportunidades, como dice el gran Guillermo del Toro: because we are mexicans!

 

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